Éxodo 31.3-5: “Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en
sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños,
para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para
engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor.”
Muchos
cristianos creen que el Espíritu Santo sólo trabaja los domingos, a la hora de
la reunión. Por eso piden su presencia, le cantan que baje (no sé de dónde) y
lo reciben con un aplauso. Terminado el servicio, él se queda y ellos vuelven a su realidad secular.
Una
de las cosas más dañinas a la visión del reino de Dios, que introdujeron los
pietistas, entre ellos los puritanos, fue la línea divisoria entre “lo espiritual” y “lo secular”. Entonces, desde allí- unos doscientos años
atrás-hay cosas espirituales y otras “mundanas”: leer la biblia es espiritual,
jugar fútbol es mundano. Ayunar es
espiritual, ver televisión es mundano. Y otras cosas por el estilo.
En
nuestras congregaciones, cuando hablamos de nuestro trabajo o profesión, todos
piensan que ya dejamos de hablar de las cosas espirituales, porque precisamente
separamos estas áreas de la vida y no dejamos que sean guiadas por el Espíritu
Santo. Pero el Nuevo Pacto nos dice que
los hijos de Dios “somos espirituales”, no que “hacemos cosas espirituales”
porque, la verdad sea dicha, no existen cosas espirituales y mundanas. Orar no es más espiritual que jugar con los
hijos, ni ayunar es más espiritual que salir a comer con la esposa. Porque no depende de las cosas en sí, sino de
la actitud del corazón. Por ejemplo,
podemos estar orando como los fariseos, para que la gente crea que somos
personas de oración, pero maltratar a la familia en la casa. Podemos ayunar días enteros y seguir robando
en la empresa, mintiendo a la gente o coqueteando con la esposa del hermano.
Así
que, al entender que el Espíritu Santo viene a guiarme en la vida y no sólo en
la reunión dominguera, podemos entender que el trabajo de cada uno de nosotros
debe ser una excelente oportunidad de testimonio a otros. Para esto es
imprescindible que el Espíritu Santo guíe lo que hacemos.
En
primer lugar, el Espíritu Santo te llena de sabiduría, de
inteligencia y de conocimiento en todo arte:
·
Sabiduría para manejarte en la empresa para
la cual trabajas, de la mejor forma posible.
·
Inteligencia para utilizar los recursos, el
tiempo y el esfuerzo de la mejor manera.
·
Conocimiento en todo arte, para entender el
mercado en el que te desenvuelves, y para relacionarse con tus clientes.
En
segundo lugar, El Espíritu Santo te da la capacidad de
inventar diseños, ya que una mente guiada por él, es renovada e innovadora en
todo lo que hace.
·
En lo laboral, para desarrollar el trabajo de
forma más simple y productiva.
·
En lo comercial, para crear distintas
estrategias y métodos de comercialización.
·
En lo profesional, para desarrollar
creatividad de forma continua.
En
definitiva, el Espíritu Santo debe guiar tu trabajo, para que puedas trabajar
en toda clase de labor, y hacerlo de manera sobresaliente para poder ser de
bendición.
Si usted
es un hermoso hermano en la congregación, pero fracasado laboralmente o
estancado profesional y comercialmente, necesita depender también del Espíritu
Santo para que lo guíe especialmente en esto.
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