Proverbios 29.28 dice: “Donde no hay visión, el pueblo perece”. Entonces, es correcto concluir que donde hay visión el pueblo no se desviará. Un hombre de Dios siempre mira más allá y se enfrenta a la vida viéndola cómo podría ser, de tal manera que siempre están viendo un poco más adelante, un poco más que aquellos que lo rodean. Y esto es porque miran a través del potencial que Dios les da.
El
apóstol Pablo dice que “…las cosas que se ven son temporales, pero las que no
se ven son las eternas…”
Los
hombres de Dios en todas las áreas de la vida tienen características
distintivas. Una de las características comunes a todos es la visión.
El
mundo dice: “Tengo que ver para creer”. El hombre de Dios dice: “Tengo que
creer para verlo”.
Las
multitudes sacuden sus cabezas en desesperación y murmuran: Es la hora más
oscura de la humanidad”.
El
hombre de Dios en medio de la oscuridad dice: “La hora más oscura siempre es la
anterior al amanecer”.
El perdedor ve el trabajo que necesita ser
hecho y se excusa diciendo: “Mi pequeño aporte no hará diferencia, la tarea es
demasiado grande”.
El
ganador mira el mismo trabajo que hay que hacer y dice: “He aquí una gran
oportunidad, haré mi parte para lograr el éxito”.
Los
seguidores ven el arduo trabajo que deben resistir para llegar a subir a la
montaña del éxito. Los hombres de Dios ven el éxito de subir la montaña del
arduo trabajo.
Hay
un proverbio que te enseña a no ver el vaso medio vacío, sino medio lleno.
Muchas
personas ven el problema en cada situación. Por lo tanto, concentran su
pensamiento sobre los problemas y la posibilidad del fracaso. Los hombres de
Dios ven el potencial en cada situación. Por lo tanto, concentran su
pensamiento sobre el potencial y la posibilidad del éxito.
Es
posible que dos personas miren el mismo objeto y vean cosas diferentes.
Mientras que nuestra vista física es muy importante, nuestra vista mental lo es
igualmente. Cada cierto tiempo vamos al oculista para que nos revise y ajuste
la vista física, pero jamás nos ocupamos en revisar y ajustar nuestra vista
espiritual.
En
una construcción había un grupo pegando ladrillos y haciendo un muro. A la pregunta de que hacían, uno de ellos
respondió: “pego ladrillos”, otro dijo: “estoy haciendo una pared”; un tercero
expresó: “estoy trabajando en la construcción”, y un cuarto señaló; “estoy construyendo
un edificio”. Y en la vida eso hace toda
la diferencia, si vivimos marcando el paso o estamos mentalizados que hacemos
grandes cosas.
Como dice Pedro “…pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego,
habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados…”
Después
del terrible Tsunami en Chile, viajamos al sur del país con un equipo de ayuda
y un día, sentados a la mesa con unos campesinos a quienes les estábamos
ayudando a levantar sus casas, uno de ellos contó que Dios le había hecho un
milagro. En uno de los tantos operativos
que se hicieron en esos días, vino un oculista y, a la pregunta de cómo estaba
su vista, le respondió que Dios le había “alargado la vista”.. Era chistoso porque cuando me explicó su
“vista larga” es que ahora, podía ver de más lejos, que incluso para leer tenía
que alargar el brazo para verlo mejor. Nos
largamos a reir, pero él lo decía en serio.
Es cierto que es una ignorancia pensar así y no saber que es al revés,
que si tenemos que alargar la mano para poder leer mejor, es que la visión se
acortó, no se alargó. Pero miremos su corazón y su fe, que aún en medio de su
astigmatismo él lo veía como una bendición.
La fe es de los humildes. Un
abrazo y bendiciones para usted.
Pastor Rubén Rodríguez R.
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